Marmanjos y Sicodelia

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Marmanjos (Pronunciación Marmangios, o Marmanllos)

Existen en las calles entre ciudades, líneas eléctricas y alcantarillas, cables telefónicos y tubos de agua, seres inimaginables que se alimentan de nuestras lágrimas y heces, semen y desperdicios. Viven de nuestros sentimientos olvidados y resentimientos, de nuestras tristezas y envidias, de los amores no correspondidos y de las alegrías escondidas. Ellos habitan estos entre mundos y existen aunque nosotros no los veamos, o pensemos que no los vemos. Pero a veces los percibimos, en el roce de una falda, en el suspiro de un niño, en la voz de quien no está. Las ciudades están repletas de estos seres que viven y se alimentan, lloran y ríen como nosotros. Aquella que pensamos realidad no es una sola plana y chata, es muchas y no imaginarias sino multidimensionales, perceptibles si las dejamos ser, son otros mundos aquí y ahora entre nosotros listos para ser gozados si abrimos nuestros sentidos.

Estos seres son en orden de aparición el Marmanjo ser baboso y engorroso, triste y resentido, vago por naturaleza, rojo y peludo, le gusta andar con la Chechelenta, gris, hedionda y de un solo seno, sin vagina y por tanto imposibilitada de concebir, llorona y quejumbrosa, el cocozinho un oso botado de alguna cuna, rosado y peludito en partes, que hace buena liga con la chechelenta por llenar la falta de hijos de ésta, los pandorgas seres de dos cabezas que piensan mejor que una, y también Nixon Villela, Baxter Gordon y Gregorio Lovejoy. Todos estos personajes trajinan una vida de entubamientos y confinaciones también de espacios distintos que los conocidos por nosotros humanos. Hacen buena liga con perros y animales domésticos que los huelen y perciben y de repente se hacen presentes en nuestras vidas. sin que lo podamos evitar, entonces perdemos las llaves, se nos queman las tortas, nos da diarrea y quedamos confinados a la cama por enfermedades extrañas. A veces los encontramos en las cárceles, últimos habitáculos de los seres que no tenemos a donde más ir. Los he percibido jugando cartas, haciéndose huecos los brazos y las manos gigantes con agujas de heroína, solazándose en sexos desprovistos de amor, reproductivos o licenciosos, o ayudando a morir a algún suicida en busca del último Prozac que despachar.

No seas tímido
Di hola