Nos situamos frente a una de las primeras propuestas artísticas feministas del Ecuador. La muestra “Valientes hombres de mi patria” de la artista Ana Fernández fue originalmente presentada en 1997, en un momento de profundas transformaciones en la historia del arte local que abrieron una brecha para lo contemporáneo. En medio de las múltiples crisis que removieron el frágil tejido que sustenta la dinámicas sociales, culturales y políticas de la nación ecuatoriana —como el Levantamiento Indígena de 1990, el Feriado Bancario, la inestabilidad política y la emigración masiva—, la artista comenzó a desbrozar un lugar para las preguntas sobre género, a través de lenguajes y procedimientos estéticos que no se identificaban con los presupuestos modernos que hasta ese momento imperaban en el panorama institucional de la cultura en el país.
Por medio de las obras presentadas en aquella exposición la artista manifestaba una visión mordaz sobre el patriarcado, el machismo y la misoginia imperante en diversos sectores de la sociedad, la historia, la religión, la educación y la ciencia. De igual manera, estas piezas cuestionaban los relatos patrios y la idea moderna de nación desde las posibilidades críticas del arte. Esta preocupación también se observa en obras de artistas ecuatorianas como Jenny Jaramillo y Diana Valarezo de la primera mitad de la década de los noventa; en ocasiones, ellas interpelaron la representación monolítica y homogénea de lo nacional a través de un replanteamiento de lo femenino en el arte. Posteriormente, en los primeros años del siglo XXI, el problema de la ecuatorianidad se convirtió en uno de los puntales más sólidos del arte contemporáneo local.
En la muestra “Valientes hombres de mi patria”, Fernández resaltaba, de manera incisiva, el valor otorgado a las figuras masculinas en detrimento de las mujeres que participaron en las gestas independentistas y los procesos de construcción nacional. Asimismo, señalaba el control ejercido sobre el cuerpo de las mujeres y la forma en que aprendemos desde la infancia a reproducir una determinada perspectiva del género.
We are facing one of the first feminist artistic proposals in Ecuador. The exhibition “Valientes Hombres de mi Patria” (Brave men of my country) by the artist Ana Fernández was originally presented in 1997, at a time of profound transformations in the history of local art that opened a gap for the contemporary. In the midst of the multiple crises that removed the fragile fabric that sustains the social, cultural and political dynamics of the Ecuadorian nation – such as the Indigenous uprising of 1990, the Feriado Bancario, political instability and mass immigration – the artist began to clear a place for questions about gender, through languages and aesthetic procedures that were not identified with the modern assumptions that until then reigned in the institutional panorama of culture in the country.
Through the works presented in that exhibition, the artist expressed a scathing vision of patriarchy, machismo and the misogyny prevailing in various sectors of society, history, religion, education and science. Likewise, these pieces questioned national stories and the modern idea of nation from the critical possibilities of art. This concern is also observed in works by Ecuadorian artists such as Jenny Jaramillo and Diana Valarezo from the first half of the 1990s. On occasions, they challenged the monolithic and homogeneous representation of the nation through a rethinking of the feminine in art. Later, in the first years of the 21st century, the problem of identity became one of the strongest pillars of local contemporary art.
In the exhibition “Valientes Hombres de mi Patria”, Fernández highlighted, in an incisive way, the value given to male figures to the detriment of the women who participated in the independence deeds and the processes of national construction. Likewise, she pointed out the control exercised over women’s bodies and the way in which we learn from childhood to reproduce a certain gender perspective.